Las navidades están a la vuelta de la esquina. Mayores y pequeños ya estarán ultimando su lista de regalos para que los Reyes Magos se lo puedan traer. Unos habrán pedido ropa, otros juguetes y probablemente en la lista de deseos del Real Valladolid esté la permanencia y tener una temporada más tranquila de la que ahora está teniendo.

 

Tras dos victorias revitalizantes ante Athletic y Granada, el camino volvió a torcerse con el empate ante el Granada y la derrota ante el Atlético de Madrid. Los blanquivioletas han vuelto a puestos de descenso y eso no es buena noticia, la mejoría en la imagen y juego del equipo de nada valen si no comienza a sumar de tres en tres.

 

El déficit de puntos de las primeras jornadas hace necesaria ya la reacción del equipo. Estamos a tiempo de poner remedio al mal inicio, pero se hace con trabajo, no con excusas porque estas últimas ya no valen cuando has pasado cerca de un tercio de los que va de liga en puestos de descenso.

 

Lo que eran errores puntuales ya se han convertido en errores comunes y hay que ponerle remedio. Los fallos de concentración ya son aceptables porque una de las claves para lograr la permanencia es conseguir mantener la puerta a cero y todavía no lo ha conseguido el equipo, lo que le obliga en todos los partidos a que al menos meta dos goles, cosa harto complicada viendo el escaso caudal ofensivo que ofrece en ciertos momentos.

 

Osasuna debe ser de una vez por todas el punto de inflexión para dejar de mirar la diferencia respecto a los equipos fuera de descenso y ser nosotros a los que miren y a poder ser desde muy lejos. A partir de ahí la otra misión del equipo será aprovechar el mal momento por el que atraviesan los equipos grandes y conseguir rascarles puntos como hacen otros muchos y que para el Pucela una utopía.