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A la madera

Por César R. Cabrillo

Soñando despierto


Este miércoles yo venía hablar de la maratón, de aquella metáfora que hizo Pacheta a principio de temporada después de lograr el fulgurante ascenso con el Pucela en la última jornada, pero es que ayer noche me pase cuatro horas delante de la televisión viendo como un titán llamado Rafael Nadal Parera se aferraba a la tierra batida de Roland Garros.

 

Pero es que enfrente tenía otro auténtico mastodonte del tenis como es Novak Djokovic. Fueron horas de mucho disfrute viendo como se intentaban desmontar uno a otro con auténticos mísiles tierra aíre... mis ojos no se podían despegar de la pantalla porque ver a Nadal, y más en el torneo de París, es siempre sinónimo de espectáculo.

 

Ver a Nadal es uno de los mayores regalos que nos hace el mundo del deporte. Otro partido inolvidable en el que vence a Djokovic jugando como los ángeles, levantando un break nada más empezar el cuarto set tras haber desarmado al serbio en una magistral tercera manga.

 

La lección de cabeza que volvió a demostrar es digna de estudio y es por eso que por mucho que tenga ganas de gritar y llorrar con el Pucela pero es ahora solo puedo decir ¡VAMOS RAFA!