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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

Actuar ante una emergencia


El mes de enero comenzó con las doce campanadas históricas y, como primer asalto negativo, en el aeropuerto de Tokio sucedió un accidente entre dos aviones el 2 de enero, con un resultado bastante más positivo de lo que se podría haber esperado en esa situación. Un avión de pasajeros de Japan Airlines que aterrizaba colisionó con uno de la Guardia Costera que estaba en pleno rodaje. Mientras que el avión comercial, un Airbus A350, llevaba 367 pasajeros y 12 tripulantes, el otro solamente contaba con 6 tripulantes.

Cabe destacar que unas horas antes Japón había sufrido un terremoto más, de tantos que se suceden y pasan desapercibidos fuera del país sin que escuchemos una noticia al respecto. El seísmo dejó varios fallecidos que las diversas noticias no acuerdan en una cifra exacta, pero oscila entre los 120 y 220 personas. Probablemente ese mismo terremoto habría triplicado las víctimas en un país donde haya menos preparación y cultura de la emergencia.

Y como no podía ser de otra manera, el orden que se refleja sistemáticamente en lo que nos llega de Japón, fue la clave del éxito de que solo se contasen 5 víctimas en la colisión entre aviones, todas de la nave perteneciente a la Guardia Costera. Tras ver las imágenes, resulta complicado comprender cómo se evacuó el avión de Japan Airlines sin lamentar fallecidos. 379 personas que salieron del avión sin peligrar su vida después de estar envueltos en una bola de fuego.

Pero como no es casualidad, el vídeo de la evacuación es la prueba de la cultura del orden, del esfuerzo, del respeto y de la obediencia. Todo un conjunto que sirvió para que los pasajeros siguieran las indicaciones de la tripulación, respetando todo aquello que se enseña en la demostración de seguridad previa al despegue. Esa que la mayoría de la gente omite en su mente sin prestar atención o que les causa risa. Porque todo es gracioso hasta que toca de cerca.

El 21 de agosto de 2022 escribí sobre este tema con el título Paciencia en la emergencia, tratando el comportamiento irracional de los ocupantes del tren regional en la Comunidad Valenciana que se vio encerrado por un incendio forestal. Los viajeros, lejos de obedecer las órdenes de la maquinista, quien trataba de iniciar el retroceso por la misma vía, accionaron el freno de emergencia y abrieron las puertas. Esto impedía que el tren pudiera salir de la zona de llamas hacia un lugar seguro. Las únicas víctimas, quienes salieron del tren.

De la misma forma, hay cientos de vídeos con evacuaciones de pasajeros de avión en España. Las lamentables imágenes muestran a gente gritando, empujando, cogiendo sus equipajes y entorpeciendo el desembarque de emergencia. Porque más vale la maleta propia que la vida de otras 5 personas. Y evidentemente, estas imágenes resaltan mucho. Los protocolos de evacuación de un avión no son un invento de la tripulación que improvisa en ese momento. Están debidamente redactados, probados, revisados y minuciosamente comprobados para saber si son operativos.

¿Por qué nos cuesta tanto seguir las indicaciones? Es muy fácil tenerse en alta estima e ignorar la acción preventiva que ejercen sobre nosotros para ese por si acaso. Algo que no suele suceder. Sin embargo, alguna vez pasa y como nos creemos infalibles, no hemos escuchado y pensamos que quien está delante no sabe. Y sí, sí sabe y sus indicaciones bien seguidas son la clave del éxito. Sin embargo, improvisar y abrir la puerta de un tren en medio de un incendio o coger una maleta impidiendo el paso al resto de gente nos parece una idea estupenda. Tan estupenda que podemos ser culpables del fallecimiento de otra persona por un ego excesivo.