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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

La incompetencia en sanidad


Se conoce perfectamente que la incompetencia laboral siempre obtiene un premio. Esto se debe a varias razones como: suelen ser quienes pelotean a políticos para ascender, generan mal ambiente de trabajo pero se presentan como moderadores, intoxican a compañeros conflictivos para destacarse como asertivos, se juntan para montar asociaciones tratando de generar una lucha popular, intentan hacerse con el control de sociedades o colegios profesionales, lanzan mensajes en prensa falaces o, simplemente, rebuscan cómo quitar de en medio a compañeros de trabajo con prácticas al límite del acoso laboral.

Con estos típicos movimientos junto a un jefe pasivo, el mediocre logra salir sonriente mientras destruye todo a su paso. Y su objetivo final suele ser barrer a quien está arriba, a quien le permite hacer todo ello. Pero siempre pensamos que esto no sucede o no es así, queremos tener la idea de que no hay gente capaz de ejecutar un acto tan poco ético y sin fundamento. Sin embargo, ya vimos como Pablo Casado salió escaldado destapando la corrupción de Isabel Díaz Ayuso. Así pues, lo hay, en todos los lugares, también en la sanidad. En este caso, me remitiré a la pública que es la más conocida en España.

Es habitual que no exista la meritocracia. A fin de cuentas, el buen trabajador no destaca ya que sus datos son buenos y el sistema público no contempla esta cuestión como algo a premiar. Dado que no se castiga al mal empleado ni se premia al bueno, todos conocemos la importancia fundamental de obtener un puesto por oposición, que permiteestar “aforado” ante cualquier irregularidad o situación cuasidelictiva. El problema es permitirlo y no prevenir que de ello pueda avanzar a una hostilidad mayor.

Por ejemplo, estamos viviendo la falta de médicos por toda España. Pero, por el contrario, los representantes de entidades que buscan caos omiten el dato, tratando de simular que es un problema particular de su centro de trabajo. ¿Y qué hacen ellos mientras tanto? Por ejemplo, intentar que no se incorporen médicos criticando el servicio, acosar a quienes se adhieren a un puesto de trabajo y, finalmente, interferir activamente para que los que están acaben marchándose. Todo con la mirada a un lado del cuerpo directivo.

Hasta tal punto llega la hostilidad ejercida, que quienes les rodean acaban en una especie de Síndrome de Estocolmo, apoyando a los mismos que les perjudican. En este caso podríamos hablar de médicos que recientemente terminaron el MIR o de enfermeras, ambos presentes en el lugar de trabajo. Se sienten "arropados" por el hostil, a pesar de que les ataca sistemáticamente desfavoreciéndoles a nivel laboral y personal.

Los mediocres que no destacan por su trabajo tratan de convencer a la población de sus heroicidades aprovechando, mismamente, que tienen amistades en prensa o redes sociales. Todo con los lemas de las entidades donde montan sus chiringuitos y mintiendo en la información que dan al público. Mientras tanto, quienes verdaderamente trabajan duro, ven que su esfuerzo es en vano porque no solo no se ve recompensado, sino que se ve castigado por la inmundicia laboral del compañero mediocre, dados los fallos del sistema público.

Por ello, no se debería permitir que un compañero ejecute sus artimañas para minimizar su esfuerzo, en la sanidad jugamos con vidas humanas y no es lógico aceptar que quien está a tu lado sea negligente, vago, mal compañero, ... No se debe permitir que la población pueda verse perjudicada por el interés particular de quien solamente quiere la medalla al mérito profesional sin haberlo trabajado. Pero tampoco se debe permitir como paciente, como medio de prensa o como seguidor de redes sociales que los incompetentes avancen. Mirar a otro lado y permitirlo, es apoyarlo.