De mal gusto

De mal gusto

Por Miguel Ángel Fernández.

El poder clásico de Blair Waldorf


Si hay una serie que marcó al 90% de mi generación esa fue Gossip Girl. Y no es que su trama fuese lo mejorcito del mundo o que sus actores clavasen sus papeles. Pero el entorno, el estilismo y los personajes lograron robarnos el corazón a todos. Sobre todo Blair Waldorf.

Nos intentaron colar a Serena van der Woodsen como la protagonista y a nuestra Blair como la mala de la serie pero lo cierto es que fue la morena quien se terminó convirtiendo en la estrella absoluta de la comedia.

Indudablemente el éxito de Blair se debe a las características y la evolución del personaje pero también influyó su relación con ese mito de la perfección que quedaba tan bien reflejado en sus looks.

Escuchamos durante seis temporadas a la novia de Chuck Bass decir que quería ser como Audrey Hepburn o Grace Kelly, referentes de estilo de muchos y que son claros ejemplos de mujeres que representan el autocontrol, la feminidad, la elegancia normativa y, por supuesto, el poder.

El poder que conoce Blair es el clásico. El de toda la vida. El que está muy relacionado con la estética del old money. Una estética de la que se adueñó a la perfección y de la que, a día de hoy, sigue siendo una gran embajadora.

Las diademas para ella eran un elemento innegociable en sus looks, llevaba muchos cuellos bebé, camisas y blusas, medias de colores y zapatos de tacón o bailarinas joya.

Siempre marcaba su cintura, intentaba respetar las proporciones de su cuerpo y se mantenía en una apariencia clásica y preepy.

 Porque lo que buscaba recrear era esa imagen de poder tradicional, que estéticamente se acerca más a épocas pasadas que al momento en el que en teoría se desarrollaba la historia de nuestra Reina Cotilla, entre 2007 y 2012.

Blair tenía que cargar con el peso de ser perfecta, de trabajar muchísimo todos sus logros y además su aspecto físico para conseguir  gustar a todo el mundo y ser amada. Lo que a lo largo de la trama le causaba bastantes problemas.

Aun así, ella nunca se sale de ese guión y no se doblegaba a los cánones de poder como pueden ser los trajes de chaqueta, los colores sobrios y la elegancia simplista. Heredado de los tradicionales trajes de los hombres de negocios.

Blair accede a todos esos entornos de poder, vive en un entorno privilegiado y se convierte en una gran empresaria pero sin abandonar todo esos elementos que constituyen su personalidad visual.

Sigue llevando siempre muchísimas faldas, estampados de flores, colores alegres y combinaciones muy potentes, independientemente de su edad o situación laboral. Es decir, todos esos elementos que las mujeres deben abandonar para poder parecer serias y alcanzar ese poder.

Por eso, me aterroriza pensar en un posible reencuentro entre los personajes años después, porque considero que el estilo de la reina del Upper East Side sería muy difícil de encajar en las tendencias de ahora. Y el posible estilista de la serie tendría que hacer muy bien su trabajo para no cagarla y lograr adecuar al personaje a su estilo y a la vez a la época en la que vivimos.