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De mal gusto

Por Miguel Ángel Fernández.

¿Son ciegos los estilistas de OT?


El regreso de Operación Triunfo ha supuesto muchas cosas en la vida de los españoles. Una de ellas son los martes con sueño por haber trasnochado para ver la gala; otra es la histeria colectiva de estar dando nuestra opinión sobre los amoríos de chavales de 18 años que están encerrados en una casa; y, la última y más importante, lo mucho que dan de sí las elecciones de los atuendos del equipo de vestuario del talent show.  

Podemos decir que, en ediciones anteriores, los looks eran malos porque eran rancios, anticuados y parecían de otra época. Pero en esta entrega es mucho peor. No me gusta ser malo pero empiezo a considerar una tradición el vestir de forma catastrófica a los concursantes de OT.

Lo peor de todo, es que dentro de la academia hay chicos que tienen un estilazo, como es el caso de Paul. Jóvenes con mucha personalidad reflejada también con sus looks del día a día. Pero que queda difuminada de cara a la galería con atrocidades esperpénticas en sus visitas al plató cada lunes.

Dicen que la de este 2023 es la edición más inclusiva de la historia del formato televisivo. Y yo creo que tienen razón porque han decidido darle el puesto de jefe de vestuario a un ciego.

Una obsesión por mezclar elementos de varios tejidos que no casan; chockers por todas partes; y la combinación de prendas de Cayetana con conjuntos de dominatriz hacen que cada semana sea yo el que desea perder la visión durante la hora y media que dura el programa.

No tengo palabras para definir lo que año tras año hacen esos peluqueros con las pobres chicas que solo quieren cantar y que de pronto se ven inmersas en un experimento social de unos estilistas malvados con ganas de hacer comedia a base de moldeados de Halloween.

Todavía nos acordamos de Amaia Romero, horrorizada con sus mechas en 2017, preguntándose de dónde iba a sacar ella su "rollo surfero" si era de Pamplona.

No sé si voy a poder tolerar una edición entera con la gente tan mal vestida. Me desconcentro de las actuaciones fijándome en cada detalle de sus outfits que más que atuendos son terrorismo.

Luego estos artistas salen de la academia y van a eventos como los Premios 40 principales o sus propios conciertos y se convierten en toros sin cabeza. No saben por dónde ir, pero cómo van a saber si les plantas semejante cuadro para salir en la tele desde el día uno.

Yo me ofrezco a ir a dar una charla para los concursantes sobre estilismo y vestuario de espectáculos. Y me ofrezco también para hacer las entrevistas de trabajo para contratar a un nuevo equipo de vestuario. Probablemente yo les guste porque tengo miopía y astigmatismo. Y está claro que en OT gustan los estilistas ciegos.