circle

De mal gusto

Por Miguel Ángel Fernández.

Menos reivindicar y más trabajar


En una atmósfera ideal donde cada una de las personas con las que te cruzas parece sacada de un cuento y en el entorno se respira glamour y elegancia por todas partes es difícil quedarse con algo negativo, sobre todo si no perteneces a ese mundo.

Tuve el placer de cubrir, desde dentro, los Premios Goya 2024 y, como no podía ser de otra manera, me quedé embobado viendo pasar a los invitados por la alfombra roja de la edición número 38 de los galardones del cine.

Es increíble la personalidad y el buen gusto que desprenden figuras como Belén Rueda, Hiba Abouk o Ana Rujas, y es fascinante lo terriblemente guapo que es Alfonso Basabe.

Pero no todo son estrellas en los eventos de categoría, también hay más de un estrellado que consigue exactamente lo contrario a lo que desea con su look.

En una noche más que reivindicativa donde cada una de las personas que desfilaron ante las cámaras hizo política, a su manera, a través de la vestimenta, tengo que destacar, negativamente, la presencia de Sara Sálamo que, un año más, decidió hacer el mamarracho para llamar un poco la atención.

En 2023, vimos a la mujer de Isco aparecer sin maquillaje en la noche más importante del cine y este año sí que pasó por chapa y pintura pero olvidó ponerse los zapatos adecuados.

Con nada más y nada menos que unas zapatillas deportivas de la marca Converse fue con lo que combinó un espectacular vestido amarillo de corte princesa de Pedro del Hierro.

¿Por qué hace esto? ¿Qué necesidad tiene de acaparar titulares? No siempre un discurso feminista es el mejor aliado para justificar las ganas de atención de alguien cuya filmografía parece sacada de la oficina de recursos humanos de Primark.

Abogo por todas aquellas mujeres que deciden dejar atrás los cánones de belleza establecidos y se lanzan al día a día sin sujetadores, depilación o maquillaje. Pero la alfombra roja de unos  premios no es el día a día.

Me parecen fabulosas las reivindicaciones en un evento de tal repercusión, y por eso aplaudo a Alba Flores y su guiño a Gaza o a las otras muchas actrices que apoyaron a las víctimas de violencia sexual. Pero para que tu discurso tenga algo de sentido, debe estar apoyado en algún fundamento que vaya más allá de que es el único día al año que te ponen un micrófono delante.

El pasado sábado, en Valladolid, se celebrara la industria cinematográfica española pero también se celebraba la moda. La alfombra previa a la gala sirve para dejarse ver y enorgullecerse de los profesionales tan válidos con los que contamos en España.

Hay decenas de estilistas, maquilladores, peluqueros y modistas que trabajan muy duro para que una modelo o celebridad decida darles la oportunidad de confiar en ellos y patrocinar su nombre frente a todos los medios de comunicación nacionales que ese día se pelean por captar las mejores imágenes. 

Démosle más valor a las profesiones que pueden parecer frívolas pero que, sin duda, son mucho más que eso. Y si queremos hacernos los feministas, elijamos a diseñadoras mujeres, en vez de tirar por tierra el trabajo del resto.

Entiendo que tengas que llamar la atención cuando lo último en lo que trabajaste fue una serie de Telecinco donde hacías un papel menor y, desde entonces, solo se te ha vuelto a ver por ser la madre de los hijos de un futbolista 

Sara Sálamo no se merece todas esas críticas que recibe cuando pierde el equipo de su marido pero parece que se mueve bien en la polémica y decide que, hasta cuando no le toca, le gusta ser la protagonista en el mal sentido.

Así que, por favor, para el año que viene toma nota: Menos reivindicar y más trabajar.