El fútbol se convirtió hace tiempo en el moderno "pan y circo" para entretener al pueblo, que se decía en tiempos de los romanos. Cada día es un poco menos deporte en sí mismo y algo más de "show business", es decir mucho espectáculo y más negocio aún. Entretiene a una mayoría en todo el planeta y no interesa en absoluto al resto. Sirve de vía de desahogo, es capaz de aunar voluntades, de intensificar sentimientos patrios o de pertenencia a tal o cual ciudad o pueblo y hasta de hacer perder el raciocinio a los más extremistas.
Me gusta el fútbol, aunque sin estridencias, sin disgustos, sin desvelos. Me vestí de corto en su tiempo y a punto estuve de dedicarme profesionalmente al periodismo deportivo. En la Facultad de Periodismo escuchaba en tono peyorativo aquello de "el que vale, vale y el que no a deportes...", expresión que defendían, como no, quienes no tenían el más mínimo interés por el fútbol y por el deporte en general, los que se sentían la élite intelectual de los plumillas del momento.
Y todo ese recorrido vital para entender cada vez menos lo que está ocurriendo actualmente en el mundo del fútbol español con el arbitraje. Ahora resulta que todos los árbitros son sospechosos de ayudar o perjudicar a unos y otros equipos. No es nuevo. Lo más sorprendente es que ahora quienes más se quejan de las presuntas injusticias arbitrales son los más poderosos, es decir el Real Madrid y el Barcelona, los que más títulos han ganado históricamente, quienes tienen más seguidores y los que manejan presupuestos más elevados.
Últimamente, oigo hablar mucho de la televisión del Real Madrid, que semana sí y semana también señala los ¿descarados? perjuicios que les ha causado anteriormente el árbitro designado para su siguiente partido. Resulta una nada sutil manera de influenciar al colegiado de turno, que con total seguridad se sentirá presionado, cuando no en medio del ojo del huracán. Después, los periodistas afines rematan la faena en tertulias y columnas de opinión. Por último, la afición asiente, salvo honrosas excepciones.
Los árbitros se equivocan, faltaría más. No voy a poner excesivas dudas en que habrá habido o puede haber algún trencilla mafioso que cobre en dinero o especias por beneficiar o perjudicar a tal o cual equipo, pero de ahí a sospechar siempre de casi todos hay un abismo. Entiendo que cada cual utiliza sus armas en su beneficio propio y que el hecho de disponer de un canal de televisión que enardezca a la masa más ultra puede resultar más que provechoso.
En más de medio siglo viendo partidos de fútbol de todas las categorías afirmo rotundamente que a quienes más han beneficiado los árbitros han sido casi siempre a los dos grandes del balompié español. Con enorme diferencia sobre cualquier otro equipo. Ahora, en los tiempos de la tecnología, son los que más se quejan, quizá porque son los que cuentan con más prensa y más periodistas afines o porque son los que más espacio ocupan - con cierta lógica - en los medios informativos nacionales.
Que lloren por los malos arbitrajes Laporta (que explique de verdad el caso Negreira), Xavi (quién te ha visto y quién te ve), Florentino (a través del altavoz de Real Madrid TV) o Ancelotti (el más sensato de los cuatro) me produce estupor. Tienen todo el derecho a quejarse puntualmente. Por supuesto que a veces han sido perjudicados, pero sólo eso, "a veces"... Que pregunten su opinión al respecto a los seguidores, entrenadores o directivos del resto de equipos españoles.
Un ex árbitro de Castilla y León de la máxima categoría del fútbol español me comentó en cierta ocasión que entre ellos sabían perfectamente que para ascender y llegar a primera división y a la internacionalidad había que trabajar con cierta diplomacia para "no molestar a los grandes", expresión que tampoco significa -dijo- que hubiera que ayudarlos descaradamente en los partidos, aunque ante la duda... Me lo creo.
Y ahora caigan sobre mí las hordas populares y/o mediáticas aludidas...