Pagaría por saber qué está ocurriendo de verdad en el convento de las Clarisas de Belorado. Los detalles de la supuesta rebelión de estas monjas me intriga. Cuanto me gustaría estar allí dentro, poder hablar una por una con todas ellas y charlar en persona con la abadesa, todo un personaje por lo que se va conociendo de esta historia. La trama inmobiliaria que se ha detectado sobre los tejemanejes en el seno de esta congregación con sus propiedades en Ortuña (Álava), Derio (Vizcaya) y Belorado (Burgos) se asemeja a las mejores tramas del género de la novela religiosa, sólo que en esta ocasión se trata de realidad y no de ficción.
Las monjas de clausura de la localidad burgalesa se han convertido en protagonistas de una crónica que mezcla un negocio inmobiliario con una secta cristiana y el consiguiente riesgo de excomunión desde el Vaticano. Los principales protagonistas de la película son la abadesa, sor Isabel de la Trinidad, y el falso obispo Pablo de Rojas. La revuelta ha llegado a tal punto que ni siquiera cogen el teléfono al arzobispo de Burgos, Mario Iceta, que desde hace semanas intenta en vano hablar con las monjas. Una de ellas ya ha abandonado el convento ante el desarrollo de los acontecimientos.
La historia no es muy compleja: unas monjas compran un monasterio en Álava y lo quieren pagar con la venta de otro en Vizcaya. La operación supera el millón y medio de euros por lo que, según el Derecho Canónico, aunque ellas sean las propietarias legítimas, necesitan la aprobación del Vaticano, que a su vez requiere un informe favorable de los obispados implicados. Los obispos no han recibido comunicación oficial alguna, aunque las sospechas de que algo se estaba cociendo en el convento –además de las delicias gastronómicas que elaboran para vender- se vienen multiplicando en los últimos meses.
El tal Pablo de Rojas, un católico excomulgado años atrás y que ahora se atribuye ser obispo de la Pía Unión Sancti Pauli Apostol, una especie de Iglesia tradicional que no reconoce a los Papas desde Pío XII, se ha convertido en el apoyo (espiritual y económico) de la congregación de Belorado. Dicen por ahí que será él quien, a modo de testaferro, resolverá el problema del dinero y, de paso, se hará con la titularidad provisional del convento de Àlava, hasta que las monjas puedan devolver el dinero con la venta del inmueble de Derio...
Este artista preconciliar, que dice ser cinco veces grande de España, es muy activo en redes sociales, donde se le puede ver en un piso de Bilbao (actual sede de su particular Iglesia) con su propio servicio doméstico, cuyos miembros visten ataviados con el correspondiente uniforme. Además de pedir el clásico donativo en Instagram, Facebook, X o en su canal de Youtube, defiende que el rey legítimo de España es el pretendiente Carlista a la corona y que Franco fue lo más de lo más.
Las sectas proliferan por todas partes, a menudo incluso donde menos lo esperamos. Desde el Palmar de Troya no había surgido una de corte cristiano con la fuerza mediática de la citada Pía Unión Sancti Pauli Apostol. Seguro que seguiremos oyendo hablar de ella. Nos deparará grandes sesiones de delirios, teorías conspiranoicas, excomuniones y estrafalarias dosis de imágenes y mensajes en redes sociales. La rebelión en el convento no ha hecho más que comenzar.
Las monjas de Belorado eran conocidas fuera de su territorio por la participación en una de las ediciones gastronómicas de Madrid Fusión, tras recibir una bula para poder salir de la clausura a cocinar sus famosos bombones, trufas y rocas de chocolate. Dicen que todo un manjar que ha traspasado fronteras.
A todo esto, la díscola abadesa tenía que dejar el puesto a finales de mayo por haber cubierto el cupo de renovaciones, pero parece que le ha cogido apego al cargo y, de paso, a los beneficios inmobiliarios. Una pena no poder preguntarla directamente por esta sublevación.