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Clásico

Menudo Panorama

Por Pedro Santa Brígida

Gracias, Rafa Nadal


Me temo que esta semana hemos visto el último partido de Rafael Nadal Parera en el torneo de Roland Garros. Me embarga esa sensación. Perdió en primera ronda ante Zverev, uno de los mejores tenistas del momento, aunque volvió a demostrar el coraje y el enorme talento que posee, pese a que en  las últimos dos años ha jugado apenas una docena de partidos debido a las lesiones.

En unos días cumplirá 38 años el más grande deportista español de todos los tiempos. Los datos y las estadísticas lo dicen todo sobre su brillante carrera. Me siento un privilegiado al haber podido disfrutar tantos años de sus triunfos y de la épica que los han acompañado. Echaré de menos esos larguísimos partidos de tenis, el coraje, la fortaleza mental y las pelotas – las que botan y las otras -que maneja nuestro Rafa. Jamás volveremos a ver nada igual sobre la tierra batida de París.

No ha confirmado que haya sido su última participación en Roland Garros, pero no sé por qué creo que sólo volverá a esas pistas a competir en los Juegos Olímpicos de este próximo verano. Su partido con Zverev no quisieron perdérselo muchos de sus compañeros de profesión, las mejores raquetas del mundo asistieron en la pista central como unos meros espectadores más, como si intuyeran que se trataba del último baile de Nadal en un torneo que ha ganado catorce veces.

El tiempo dirá si vuelve o no a participar en Roland Garros. Por si acaso, aprovecho la ocasión para rendir mi más sentido homenaje a un paisano nuestro que nos ha proporcionado durante tanto tiempo un montón de momentos de felicidad. Qué cosas tiene el deporte, que es capaz de emocionarnos hasta límites insospechados. En mi caso, qué gran fortuna poder disfrutar – y de qué manera - de la competición, de la lucha titánica y del esfuerzo mental y físico de Nadal. Menudo portento de deportista.

Rafa Nadal es patrimonio de todos los españoles, incluso de quienes aborrecen el tenis o el deporte en general, porque fuera de las pistas también es todo un ejemplo de educación, humildad, señorío y saber estar. Sentirse español por los cuatro costados le ha valido atroces críticas en redes sociales de esa marabunta ideológica que tanta estupidez y envidia vomita a diario, escondiéndose en el anonimato que proporcionan las falsas identidades. Cuánta envidia y cuánto amargado. Como se dice por ahí: "Hay más tontos que botellines".

Me temo que Rafa se está yendo poco a poco. Las lesiones no le han permitido retirarse como él hubiera querido y, en una demostración más de su manera de ser, sigue luchando por dejar la raqueta con las mejores sensaciones vitales. Ese espíritu con el que le han parido es la mejor herencia que puede dejar a todos aquellos niños y jóvenes que sueñan con ser alguien en el mundo del deporte. Y en la vida en general.

Recuerdo que conocí a Rafa en el Torneo de Tenis Villa del Espinar (Segovia) cuando él tenía 17 años. Por motivos laborales, me tocaba presentar un programa de TVE desde allí y tuve la suerte de que me lo presentaran y así poder charlar con él un rato. Ya entonces reflejaba una expresión de competidor nato, los expertos hablaban maravillas de él y ganó el torneo, pero no imaginaba ni de cerca que dos años después le iba a ver levantar su primera Copa de los Mosqueteros. Y no me he perdido ni aquella ni ninguna de las trece siguientes.

Los amantes del deporte le extrañaremos, particularmente en París, en estas semanas previas al inicio del verano. Y por soñar que no quede: Espero que dentro de dos meses nuestro Rafa vuelva a dar la campanada en los Juegos Olímpicos 2024. En todo caso, que lo disfrute como se merece y que se retire cuando lo estime oportuno.