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Clásico

Misión sostenible

Por María Teresa Pérez Martín

Notre Dame en 2024, templo de biodiversidad y recogimiento espiritual


Acabo de volver de París donde he vivido desde el minuto uno el incendio de Notre-Dame. Estábamos justamente dando un paseo por l’Ile de la Cité cuando todo empezó. Mucha tristeza, solemnidad e incredulidad en los ojos de todos los que presenciábamos un momento histórico, un evento tan insólito como inverosímil en la Era del Hombre Digital. El “bosque de Notre Dame” como se denomina al tejado compuesto por un entramado de grandes vigas de diferentes tipos de madera, se desvaneció rápidamente, casi a la velocidad del 5G; y mientras veía como ardía tantos años de historia, me preguntaba cuantos bosques, templos de biodiversidad, se estaban quemando justamente en ese preciso momento, en otras partes del mundo.

 

Como ocurre siempre con estos eventos que impactan a toda la humanidad, todos nos sentimos libres de interpretar el mensaje que encierra, según nuestras vivencias, cultura o generación. Los franceses han encontrado un motivo para unirse y salvar los valores de su República, su historia y cultura en un momento de fuerte tensión social, típica de los periodos pre-revolucionarios. Los católicos nos hemos sentido llamados a proteger la institución eclesiástica que se resiste a desmoronarse en tiempos de un gélido invierno espiritual. Nuestra Europa resiliente, como siempre, se conmueve ante tantas amenazas contra sus cimientos cristianos. Y todos los que estamos comprometidos con la protección medioambiental y por ende con la humanidad, interpretamos el incendio de Notre Dame como una excelente metáfora para recordarnos que nuestro planeta también arde lenta y silenciosamente, por el calentamiento global ¿no ha sido esto una llamada de la Virgen María, o lo que es lo mismo, de la Madre Naturaleza a despertar de una vez por todas, para que por fin la respetemos, como Dios manda?

 

Considerando que se prevé terminar en 2024 la reconstrucción de este maravilloso templo, me uno a la idea del arquitecto paisajista parisino Clément Willemin: ¿por qué no transformar el tejado de Notre Dame en un hermoso jardín, en un lugar de biodiversidad, de recogimiento y contemplación espiritual, como homenaje a las miles de especies de plantas y animales que hacemos desaparecer y que son criaturas tan divinas como nosotros?

 

Antes de invertir los millones de euros que se han recaudado para reconstruir este precioso templo, parémonos un momento a pensar en el simbolismo tan poderoso que esconde este suceso para identificar el mejor proyecto arquitectural que permita reconstruir Notre Dame a imagen y semejanza de la Creación.

 

mision.sostenible@gmail.com