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Clásico

Misión sostenible

Por María Teresa Pérez Martín

El rescate de valores


Cuando la cuarta revolución industrial está asomando, y los entendidos dicen que nos encontramos en el año 0 de un cambio de la humanidad, hemos de estar preparados a que esta revolución no sólo cambie la forma en la que se hacen las cosas, sino que cambie a las propias personas, de manera que en el sector energético, por ejemplo, el individuo pase de ser un mero cliente a convertirse en el gestor de su propia energía.

 

Cuando vivimos un cambio de paradigma y rupturas de modelos, escuchar las palabras de los sabios sobre como orientar el comportamiento humano recobra más que nunca una importancia vital. Ante tanta incertidumbre y transformación tecnológica se hace necesario el rescate de valores, que son los significados compartidos que nos permiten comprender la realidad e identificar lo que preferimos.

 

Entre los valores que tendríamos que rescatar para vivir de manera sostenible me decanto por la sobriedad. Este valor nos enseña a administrar nuestro tiempo y nuestros recursos de la mejor manera para construir una verdadera personalidad. Un defensor de este modo de vida es el ex presidente de Uruguay, José Mujica, que considera la sobriedad como un lujo para poder ser libre. Este sabio nos abre los ojos sobre el verdadero valor de la cosas, y es que cuando compramos algo, no estamos pagándolo con euros sino con el tiempo que hemos dedicado para ganar ese dinero. Interesante manera de ver la vida que ayudaría a todos aquellos que se endeudan por llenar su vida de superficialidad. La sobriedad nos invita a obtener el máximo uso y provecho de todo lo que tenemos y a cambio nos regala libertad, traducida en el tiempo que disponemos para realizar lo que más nos satisface.

 

Para vivir este valor no hace falta pensar en grandes privaciones, una vez más la respuesta está en cuidar los pequeños detalles; lo que viene siendo Hygge o la felicidad en las pequeñas cosas, según el danés Meik Wiking. Esta particular forma de entender y de disfrutar de la vida basada en los planes sencillos, confortables y relajados en buena compañía está muy lejos de la necesidad de aparentar de algunas sociedades latinas. Así se cumple, la famosa la Ley de Jante, una especie de ley socialmente aceptada dentro de las comunidades escandinavas donde se piensa más en el grupo o colectivo que en la individualidad. Se rechaza la vanidad, criticando el éxito y logro individual como algo inadecuado y fomentando más bien la humildad social.

 

A nivel más individual, la sobriedad se traduce en autenticidad, una de las virtudes más escasas y que personalmente más valoro en las personas, sobre todo ahora que abunda la falsificación y la sofisticación de entes cada vez más espantosos, como por ejemplo los cyberborg u otros humanoides similares.

 

El rescate de valores necesita de valientes que recuperen los tesoros abandonados, de profesores que conviertan a los grandes filósofos en los mejores influencers, de niñas como la indígena Natalia López que digan alto y claro las verdades más sencillas y de madres coraje que transmitan a sus hijos los valores como primeras referencias educativas.

 

Para vivir de manera más sostenible, necesitamos un escuadrón de valores que nos vengan a rescatar a todos aquellos que nos sentimos invadidos por lo superfluo, lo innecesario, lo trivial y nos permitan depurar profundamente la sociedad para encontrar lo auténtico, lo más esencial, lo sostenible, lo simplemente natural.