Se da en personas, que al tener menor talento o capacidad que otras, optan por menospreciarlas, humillarlas e incluso eliminarlas.
Encontramos su explicación en la mitología griega. Procusto, hijo del rey Poseidón, acogía en su hogar a los viajeros y les dispensaba una gran hospitalidad, con un trato amable y dispuesto, proponiéndoles pasar la noche en su morada.
Sin embargo, al dormirse los invitados, Procusto los amordazaba y comprobaba si su tamaño difería con el de la cama de hierro en la que les acostaba. En el caso de que la persona en cuestión sobrepasaba el tamaño de la cama, Procusto pasaba a cortar los elementos que sobresalieran de ella y si, por el contrario, eran más pequeños, 'los estiraba' para igualarlos con el tamaño de la cama.
Este síndrome supone para quien lo padece, un rechazo hacia las personas que sobresalen por sus habilidades o talentos. Incapaces de aceptarlo, tienen un miedo constante a ser superados, a no ser lo suficientemente capaces u ocupar un puesto que les queda grande.
El problema es que quien padece las consecuencias sin haber hecho nada malo, tan solo tener talento, estar cualificado o tener otras habilidades, es quien sufre sus castigos.
Se da cuando la persona se ha quedado desfasada, cuando aparecen otros más jóvenes y capaces o de su misma edad pero que sí han evolucionado.
Quien sufre este síndrome le molestará si los reconocimientos se los dan a otra persona. Hará todo lo posible para evitar que otros puedan brillar.
Cómo reacciona:
Retiene o no revela información necesaria. Entorpece el desarrollo o crecimiento de la otra persona. Evita que tenga conversaciones relevantes con jefes/compañeros. Les bloquea la asistencia a reuniones importantes.
Para salir de este síndrome la ayuda profesional suele ser imprescindible. Dado que el daño que causa es tanto para el que lo padece en primera persona como para los de su alrededor.