En el repaso que estamos dando a las principales características del entorno de la economía y la sociedad españolas, hoy nos ocupamos de una serie de temas importantes, empezando por el cambio climático. En el que finalmente hay acuerdo a escala Unión Europea (UE), en el sentido de llevar a cabo recortes de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), aunque manteniendo como utilizables durante un tiempo la energía nuclear y el gas natural, que anteriormente habían sido incluidas en la lista a extinguir. En esa línea de actuación, España como uno de los 27 países de la UE, ya ha dado su ultimo adiós al carbón, con cierre definitivo de minas y centrales térmicas alimentadas por ese combustible fósil, asumiendo así los compromisos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima. Un Plan concreto, que servirá de instrumentación para las precisiones incluidas en la Ley de Cambio Climático, consagrada en la Conferencia de las Partes en Glasgow (COP-26). En la que se avanzó, más en términos programáticos que definitivos, en el proceso de descarbonización del Acuerdo de París de 2015.

La UE y España contra el cambio climático

Para terminar, en 2019, en la COP-25 (celebrada en Madrid, por sus sucesos de violencia política en Chile que era la sede antes prevista), se declaró la emergencia climática en la Unión Europea. Que agrupa a 27 países, en la idea de poner los medios adecuados para lograr la reducción de emisiones en un 55 por 100 en 2030, y la completa descarbonización de la sociedad en 2050. Con un cambio total del modelo energético, para sustituir los combustibles de origen fósil por las energías renovables (eólica, solar, mareomotriz, biomasa, etc.).

El objetivo marcado por la Unión Europea es el más avanzado de todos los Estados del Acuerdo de Paris del 2015. Con un consenso conseguido en la Comisión y en el Consejo de la UE que son un modelo para los demás miembros de la ONU. Pero no hay que engañarse, estamos muy lejos de haber llegado a una verdadera senda de solución.

Todavía sin el apoyo de China y EE.UU; la atmósfera sigue deteriorándose más que nunca, y ya se consideró un radical reajuste de los objetivos del Acuerdo de París a introducir tal vez en la COP-26 de Glasgow, noviembre de 2021, cuando EE.UU. tras el retorno al Acuerdo de París decidido por el Presidente Biden fijó sus objetivos. Y también cuando China revisó sus deberes iniciales, demasiado permisivos. Sólo así, en un momento dado, pueda empezar a frenarse el avance térmico hacia la catastrófico. Seguidamente, pasamos a examinar el tema en España.

Adiós carbón

Al comienzo del verano de 2020 cerraron siete de las once centrales termoeléctricas de carbón que todavía funcionaban en España. Un paso más en las previsiones de la transición ecológica, previstas a escala mundial y europea, por el Acuerdo de París de 2015.

Se acaba así toda una etapa de nuestra historia económica, la de una revolución industrial que llegó a España con considerable retraso; y que, en parte, tuvo su energía principal en el carbón asturiano, que durante mucho tiempo fue objeto de proteccionismo, lo mismo que la antracita leonesa y el lignito de Aragón.

Hasta que, en 1962, como una consecuencia del Plan de Estabilización de 1959, con sus liberalizaciones de la importación de casi todo, hubo que estatificar las minas de hulla asturianas más importantes en la empresa nacional HUNOSA; dentro del Instituto Nacional de Industria. Con fuertes pérdidas económicas, cubiertas por el Estado.

El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC)

La descarbonización así en marcha, se instrumentó mediante el 'Plan Nacional Integrado de Energía y Clima' (PNIEC), de 2019, cuyos objetivos son los siguientes:

- Reducir en un 20 por 100 las emisiones de GEI de España en 2030 respecto a 1990.
- Situar en un 42 por 100 la energía consumida en España en proveniencia de las renovables (eólica, solar, biomasa, etc.).

Los cambios macroeconómicos que comportaron esos objetivos serán, más o menos, los que se citan: una inversión de 236.000 millones de euros, el 80 por 100 de carácter privado; una menor dependencia exterior del sistema energético nacional, pasando del 74 al 59 por 100 en 2030; un aumento del empleo entre 250.000 y 364.000 nuevos puestos de trabajo.

En materia de reducción de emisiones de GEI se pasaría de 340,2 millones de toneladas de CO 2 en 2018 a 226 millones en 2030; una reducción de un tercio, con incidencia muy fuerte en los llamados "sectores difusos": residencial, transporte, agricultura, etc. De modo que para una generación total de una capacidad instalada de 157 GW de electricidad en 2030, todo serían renovables.

Ley de cambio climático

En mayo de 2021 se aprobó la Ley de Cambio Climático y Transición Ecológica (Ley 7/2021, de 20 de mayo), para que España alcance la neutralidad de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en 2050. En concreto, el proyecto de Ley consta de 36 artículos, con tres objetivos:

- Antes de 2050, el sistema eléctrico de España tiene que ser 100 por 100 de energías renovables.
- Al finalizar 2030, la presencia de renovables será, como mínimo, de un 70 por 100.
- Las medidas de eficiencia energética tendrán que reducir el consumo de energía primaria en al menos un 35 por 100 para 2030.

Al objeto de acompasar la introducción de renovables en el sistema, el Gobierno desarrollará un nuevo marco retributivo; y en lo relativo a eficiencia energética, se buscará la rehabilitación de edificios públicos y privados. Por otro lado, las Administraciones Públicas, podrán en marcha medidas que posibiliten en 2050 un parque de turismos y vehículos comerciales ligeros sin emisiones directas de CO2.

A partir de la entrada en vigor de la ley, no se otorgan nuevas
autorizaciones de exploración, permisos de investigación o concesiones de hidrocarburos en toda España. Y el "fracking" quedó definitivamente prohibido.

Según la citada Ley, se reforzará el conocimiento del cambio del modelo energético en todo el sistema educativo. Y se creará un Comité de Expertos de Cambio Climático, de carácter independiente, para evaluar y hacer recomendaciones en el área energética y de cambio climático. 

Glasgow. COP-26 4

Muchos de los cambios previstos en el PNIEC y en la Ley de Cambio Climático podrían alterarse por lo decidido en el Scottish Event Campus (SEC) de Glasgow (Escocia), que acogió del 31 de octubre al 12 de noviembre de 2021, la 26ª conferencia de las partes firmantes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP-26, Cumbre del Clima de Glasgow).

Como principal país organizador, Reino Unido designó como presidente de la COP-26 al diplomático y exparlamentario británico Alok Sharma, que ocupó hasta la fecha de su nuevo nombramiento el cargo de secretario de Estado de Negocios, Energía y Estrategia industrial de su país. De cara a la COP-26, Sharma apuntó tres elementos necesarios para considerar que la conferencia habrá sido un éxito:

- Aprobación de los planes de acción climática en todos y cada uno de los 193 países del Acuerdo de París de 2015 para reducir significativamente las emisiones en el año 2030, y alcanzar cero neto en 2050. Apoyándose la adaptación de infraestructuras y dispositivos para hacer frente a las amenazas más inmediatas originadas por el cambio climático.

- Puesta en práctica de los planes de reducción del consumo del carbón, impulso del parque de automóviles eléctricos, y fomento del arbolad por doquier, como sumideros excelsos de los gases de efecto invernadero.

- Cumplimiento de la promesa de dedicar 100.000 millones de dólares anuales a la lucha contra el cambio climático, de cesión que será obligada por los países más avanzados a los menos desarrollados.

Más de 120 jefes de estado y de gobierno asistieron a la Cumbre del Clima de Glasgow, aunque con ausencias presenciales tan importantes como las de los presidentes de Rusia y China. Y sin saber todavía qué propondrán EE.UU. y la República Popular como ofertas de mitigación de GEI. Por otra parte, la organización de la COP-26 hubo de dar marco a la asistencia de 25.000 personas al encuentro.

Dejamos aquí el tema por hoy, para seguir el próximo jueves. Y como siempre, los lectores de Tribuna pueden conectar con el autor en castecien@bitmailer.net.