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La recuperación de una antigua procesión abre el pórtico de la Semana Santa

La cofradía de Nuestra Señora de la Soledad rescata de esta manera el carácter asistencial que vivían sus cofrades

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La recuperación de una antigua procesión abre el pórtico de la Semana Santa
Foto: F.M
Verónica Fernández Ramos
Verónica Fernández Ramos
Lectura estimada: 2 min.

En el siglo XVI, Burgos experimentó un continuo progreso. El auge de su comercio y su posición estratégica propiciaron el surgimiento de las "freirías" o asociaciones gremiales, mayormente orientadas hacia labores de asistencia.

En aquel tiempo emergió la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, la cual, comprometida con la participación en procesiones y funerales, adoptó también el título "de la Muerte", estableciendo su sede en el convento de la Trinidad. Esta hermandad posiblemente constituya el origen de la actual cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y de Santiago, restablecida en 1944 y actualmente con sede en la iglesia de Santa Águeda.

Los miembros de esta cofradía, reconocidos por su vigor y número –siendo una de las más numerosas y con una generosa participación de jóvenes–, han optado por revivir su función asistencial relacionada con la muerte, recuperando una ancestral procesión: la primera en salir durante la noche del 'Sábado de Lázaro'.

Portando unas andas restauradas que solían transportar los cuerpos de los fallecidos antes de su sepultura en Villamorón, desfiló la imagen de un Cristo yacente de la escuela castellana de Diego de Siloé, resguardado en la capilla de la Presentación de la catedral. Agustín Burgos, abad de la Junta de la Semana Santa, explicó durante la presentación de este nuevo desfile: "Resulta pertinente sacar a Cristo muerto para señalar su acompañamiento en el momento final de cada individuo; para otorgar sentido a algo aparentemente carente de sentido en la vida humana, como es la muerte".

A las once de la noche, portando matracas y tras recibir la bendición del párroco, una procesión de cofrades recorrió los callejones adyacentes a la iglesia de Santa Águeda, invitando a los vecinos a unirse al acto, tal como solían hacer en épocas pasadas ante el fallecimiento de algún hermano, y en remembranza de la muerte que todos enfrentamos.

Media hora más tarde, y después de convocar a numerosos residentes de Burgos, la figura del Cristo yacente salió de la iglesia para recorrer la calle Santa Águeda hasta el arco de San Martín, descendiendo luego por la calle Fernán González y los alrededores del Centro de Creación Artística Francisco Salinas, retornando finalmente a su punto de partida donde se entonó el 'Miserere'. Durante el trayecto, se ofrecieron plegarias por todos los fieles difuntos.

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