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La resaca de Sampedros deja una oleada de críticas y peticiones de cambio de modelo
La última edición de las Fiestas Mayores no han dejado contento ni al propio alcalde, quien ha considerado un error que no hubiera chupinazo el primer día.
Era previsible que, si las Fiestas Mayores de San Pedro y San Pablo 2017 estuvieran envueltas de polémica desde los meses previos, cuando se acordaron las fechas, los primeros cambios, o se barajara la opción de cobrar una tasa a los hosteleros por las casetas, las críticas se desataran una vez pasadas. Sin embargo, en esta ocasión las quejas han sido mucho más pronunciadas y el debate que en otras ocasiones era político se ha trasladado a la sociedad.
La música, el botellón, el cambio en el día del chupinazo, la escasa calidad de los fuegos, la Feria de Tapas, las verbenas, los toros... Poco o nada se ha salvado este año de las feroces críticas. Comenzando por el traslado del chupinazo del viernes al sábado y la escasez de actividades ese día, como fuegos o verbenas.
Al margen de los actos oficiales, donde la participación fue muy similar a la de otros años, las quejas van enfocadas a una programación escasa y de baja calidad. Falta de animación callejera, sobre todo en las plazas, unos conciertos con artistas "pasados" o poco conocidos, han centrado las principales críticas.
Desde Festejos, se insiste en que el presupuesto para las fiestas, de unos 400.000 euros si restamos las subvenciones a las Peñas, sigue siendo escaso para dar ese empaque a los festejos. También achacan al mal tiempo de la semana pasada la pérdida de color de algunos actos, como los conciertos de gran formato -el de Vanesa Martín se trasladó al Fórum- o las tardes musicales en el CAB.
Mismas razones se dan para los fuegos artificiales. La escasez de presupuesto hizo que desde hace dos años se renunciase al concurso internacional y se apostara por contratar a una sola empresa que lanzara las seis o siete sesiones programadas. Esto, a juicio de políticos y sociedad en general, ha provocado un descenso en la calidad.
Mención aparte merece la Feria de Tapas, una actividad que desde hace años viene siendo criticada por su pérdida progresiva de calidad y que, para colmo, el último año ha quedado descafeinada porque sólo 31 hosteleros se sumaron al concurso. Tampoco ha habido un cambio sustancial con los requisitos de comercio justo y reciclaje impuestos por el Ayuntamiento.
Las críticas más feroces no tienen que ver con el programa en sí, sino con algunos actos concretos. En especial las bochornosas imágenes vividas durante las verbenas de la Plaza del Rey San Fernando, donde algunos jóvenes hicieron botellón y camparon a sus anchas por los arcos y escaleras del Sarmental de la Catedral sin que seguridad ni Policía les dijera nada. Una situación que haya provocado que el concejal de Festejos, José Antonio Antón, haya decidido que no se celebren más verbenas en este emplazamiento.
CAMBIOS EN EL MODELO
Desde hace ya algún tiempo se barrunta que la solución para dotar de vida a estos Sampedros es hacer unos cambios sustanciales en el modelo. Evidentemente, el sentir de la sociedad burgalesa va encaminado a mejorar la programación en sí, no los actos oficiales, una situación que desde el Equipo de Gobierno insisten en que sólo se resolvería con un presupuesto mayor.
La discusión política, sin embargo, se centra en que las Fiestas de San Pedro y San Pablo tienen un concepto caduco. El partido que más ha propuesto en este sentido ha sido el PSOE, sin embargo, no ha contado con el apoyo de Peñas, principal sustento de estas fiestas. Éstas están dispuestas a negociar, pero siempre "que todas las partes cedan".
En estas negociaciones, que previsiblemente comenzarán en septiembre, volverán a ponerse sobre la mesa temas como las fechas fijas -del 28 a los siete días en adelante-, el cambio de emplazamiento de la proclamación de reinas y pregón, o el cambio de la Feria de Atracciones, un asunto que, sin embargo, en esta ocasión ha suscitado menos debate.
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