Que el Sonorama Ribera es un fenómeno musical y social se sabía desde hace ya bastantes años. Su atractivo cartel y el 'boom' de los festivales y de la música en directo en la última década ha propiciado un crecimiento paulatino que se ha llegado a desbordar las previsiones desde hace ya unas cuantas ediciones. 

El festival de Aranda de Duero no ha parado de crecer y, por más que la organización ha querido buscar nuevos escenarios en la ciudad, las previsiones han ido trastocando año a años los planes hasta tal punto que ya comienzan a plantearse cambiar el recinto ferial por uno más grande para dar cabida a tanto público, que este año ha batido récord con 75.000 personas. 

Hay que recordar que hace apenas dos años la asistencia fue de unas 40.000 personas, con una afluencia masiva en la afamada Plaza del Trigo que obligó a cortar los accesos en hora punta, esto es, a las 15 horas, cuando suele tener lugar el concierto sorpresa. Con esa experiencia, se tomaron medidas pertinentes y se incorporaron nuevas localizaciones por la ciudad en la edición pasada, que volvió a marcar un récord, esta vez de más de 50.000 personas. 

Sin embargo, y a pesar de que el 20 aniversario del Sonorama ya hacía prever un nuevo récord de público, la masiva afluencia de este año ha desbordado todas las expectativas y previsiones de la organización, que, al margen de atraer o no a más público, pretenden dotarle de una mayor comodidad en un recinto con mayor capacidad. 

Es complicado saber si con este 20 aniversario el festival ha tocado techo de público. Puede que se produzca un estancamiento, un decrecimiento porque haya gente que huya de las masificaciones o, incluso, que el gran éxito de la última edición llame a más gente y se vuelva a batir un récord al año que viene. 

Lo cierto es que no solo el suculento cartel por que el que apuesta el Sonorma Ribera es el causante de este éxito. Los conciertos sopresa de la Plaza del Trigo -este año fueron Izal, Mikel Erentxun o Sidonie en un homenaje a Supersubmarina-, y el ambiente por las calles, lo han convertido en uno de los festivales más atractivos del verano y en un referente cultural y musical en los últimos 20 años. Solo por ello, Aranda está obligada a buscar un espacio más grande.