Daniel Luque, que ha cortado cuatro orejas y un rabo, y ha indultado un toro, ha marcado diferencias en la histórica y triunfal tarde de hoy en Burgos, pues también salieron a hombros Emilio de Justo, que paseó cuatro trofeos, y Pablo Aguado, que obtuvo dos de una gran corrida de Juan Pedro Domecq, en la que otro de sus astados fue premiado con la vuelta al ruedo.

Tarde para el recuerdo en la que hubo competencia real entre dos toreros que quieren mandar en esto, Daniel Luque y Emilio de Justo, amén de un Pablo Aguado que tampoco se quedó atrás. Una tarde, como se suele decir, en la que la gente salió toreando de la plaza, de esas que crean afición.

En muchas ocasiones se habla de la suerte de los toreros en el sorteo, pero en este caso sería justo hablar también de la suerte de los toros con el torero que le toque enfrente, pues lo de Luque ya no es casualidad, un torero en sazón que lo ve con una claridad apabullante, de ahí la fortuna también de "Rencoroso" de caer en manos del de Gerena.
"Rencoroso" fue la punta del iceberg de la gran corrida que echó Juan Pedro Domecq, que lidió otro toro de bandera, el quinto, premiado con la vuelta al ruedo y que confirma la excelente campaña que está realizando. Pero la función hay que contarla por orden de prioridades y por lo verdaderamente grande.

Y eso ocurrió en ese cuarto toro, con el que Luque terminó de reventar la tarde, que ya iba embalada. Y es que no se conformó el sevillano con la Puerta Grande que tenía ya asegurada tras las dos orejas de su primero y recibió a este segundo de su lote lanceando a la verónica de rodillas. Luque redujo literalmente la embestida del de Juan Pedro, que hizo buena pelea en el único encuentro con el caballo y que después rompió a embestir, rebosándose en la muleta. Luque dio una lección de torear a cámara lenta, con las yemas de los dedos. Lo lució, se lo dejó venir de lejos y acabó abandonándose y fundiéndose con la embestida de "Rencoroso", que hacía el avión y sacó excelente fondo.

La plaza se convirtió en un hervidero de emociones desencadenando en el indulto a un excelente toro. Pero es que antes ya había cuajado Luque a placer al primero de la tarde, también de excelente condición en la muleta por el derecho.

Un Luque en plenitud entendió a la perfección la enclasada embestida en una faena sobre la diestra basada en el temple y la ligazón. Al natural el toro no era igual, se le vino por dentro en las primeras arrancadas, pero a Luque no le importó y se ajustó como si embistiera con la misma franqueza que por el derecho. Soberbio el volapie.

Espoleado por el triunfo de Luque, Emilio de Justo brilló en el recibo del engatillado segundo: verónicas y chicuelinas, y posteriormente en un quite por tafalleras con el compás muy abierto. Demasiado trasero el puyazo que le recetaron. El de Torrejoncillo firmó una faena bien hilvanada sobre ambos pitones, destacando en el tramo final con la figura vertical, monumental el pase de pecho. Ejecutó un volapie con enorme pureza, salió el toro rodado sin puntilla, lo que le valió el segundo trofeo.

En el quinto De Justo salió a revienta calderas, con una larga cambiada. Abrió faena de hinojos para, acto y seguido, y en los medios, continuar sobre la diestra. Le dio sitio, se lo dejó venir de lejos para cuajar una faena muy vibrante, en la que faltó algo de reposo al principio al natural, aunque luego acabara firmando muletazos por ese lado de muchos quilates. Cerró faena de rodillas y un nuevo estoconazo del que salió el de Juan Pedro rodado.

Pablo Aguado, que entró en el cartel sustituyendo a Morante, dejó pasajes de interés con en manejable tercero, al que toreó con cadencia y despaciosidad. Preciosos los remates de la series. Con el que cerraba plaza, que se movió pero con la cara más suelta, Aguado brilló al natural con la figura relajada, preciosas las trincherillas en las postrimerías de faena.