La Junta de la Semana Santa ha vuelto a ser el motor de un acto que ha unido a toda la comunidad eclesial en torno al Vía Crucis del Lunes Santo, que recorre las laderas del Castillo. No sólo las cofradías han estado presentes, sino también parroquias como la de San Josemaría Escrivá o la delegación diocesana de Infancia, Adolescencia y Juventud. Desde hace dos años, esta última ha asumido un papel destacado en este Lunes Santo, animando a los jóvenes a meditar y compartir sus reflexiones en cada estación. Como recoge la web del Arzobispado de Burgos, la iniciativa, nacida en el marco de la preparación para la JMJ de Lisboa, se ha consolidado como una costumbre con profundo sentido espiritual.

Este año, las estaciones del Vía Crucis han estado marcadas por el contexto del Año Jubilar, que ha impregnado el acto de un fuerte simbolismo. Incluso la lluvia, que sorprendió breve pero intensamente a los asistentes en la cuarta estación, pareció una pausa simbólica en medio del esfuerzo espiritual.

Ya en el tramo final, cerca del mirador que domina la ciudad, con una de las imágenes más bonitas de la semana santa burgalesa, la reflexión ha alcanzado su punto más profundo. La cruz de la JMJ ha sido llevada por jóvenes y personas sin hogar, en un gesto de comunión y solidaridad. Con el telón de fondo del Año Santo, el Vía Crucis del Castillo ha sido, una vez más, una experiencia de encuentro y renovación. Jóvenes y adultos, laicos y consagrados, personas con hogar y sin hogar, todos han caminado juntos en un acto donde la cruz se transforma en camino de luz.