Cuando un papa muere o renuncia, todos los ojos se vuelven hacia una figura fundamental dentro del Vaticano: el camarlengo. Aunque su nombre suena a personaje de novela medieval, su papel es muy real y de enorme peso en los momentos más delicados de la Iglesia Católica, como el fallecimiento de un papa y que deja huérfanos a millones de católicos en el mundo hasta la celebración del cónclave para la elección del nuevo sucesor de San Pedro.

El camarlengo -cuyo título completo es Camarlengo de la Santa Iglesia Romana y cuya denominación proviene de 'camerarius domini papae' - se convierte en la máxima autoridad vaticana durante la llamada Sede Vacante, el periodo entre la muerte de un papa y la elección de su sucesor.

Su primera tarea es simbólica y solemne: constatar oficialmente la muerte del pontífice. En otros tiempos, se hacía llamando tres veces al papa por su nombre de pila. Hoy, el procedimiento es más técnico, pero no menos cargado de ritual.

"Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre", anunció este lunes a primera hora el camarlengo, puesto que ocupa el cardenal Kevin Joseph Farrell desde el año 2019. Ya en 2016, el papa Francisco lo nombró prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.

Irlandés de nacimiento, ha ocupado importantes puestos dentro de la Iglesia. Pertenece a la Legión de Cristo y es sacerdote desde el año 1978.

Tras el anuncio oficial del fallecimiento del papa, posteriormente el camarlengo sella los aposentos papales, organiza el funeral, convoca al Colegio de Cardenales y se encarga de administrar los asuntos temporales del Vaticano, sin tomar decisiones espirituales ni doctrinales. Es una especie de 'guardián del intermedio', el encargado de mantener la calma mientras el mundo católico espera al próximo sucesor de San Pedro.

Aunque habitualmente pasa desapercibido, el camarlengo es el rostro que emerge cuando el trono de Pedro queda vacante. Es discreto, pero determinante. Y sí, también ha sido protagonista de novelas como 'Ángeles y Demonios', de Dan Brown, donde la ficción llevó su figura a nuevas alturas.