La lluvia impide la salida de la procesión, pero no apaga la fuerza simbólica del fuego y la luz como signo de esperanza en el Sábado Santo.
El Rosario Penitencial recorre las calles de Juan XXIII con un recorrido más corto y recogido
La cofradía adapta el recorrido por la falta de relevo generacional, manteniendo viva la devoción
Desde la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Fátima, la Cofradía de Nuestra Señora de la Misericordia y la Esperanza ha celebrado, un año más, el tradicional Rosario Penitencial que marca el inicio del Sábado Santo en la barriada Juan XXIII.
A diferencia del año pasado, en el que la lluvia obligó a celebrar el acto dentro del templo, este año el cielo ha acompañado, permitiendo que la imagen de la Virgen saliera a la calle. Sin embargo, el recorrido ha sido más corto que en ediciones anteriores. Según explicó el director de la cofradía, esta decisión responde a la avanzada edad de muchos de sus miembros, ya que apenas se cuenta con relevo generacional y eso dificulta tanto el traslado de la imagen como la participación en el desfile.
A pesar de todo, el fervor se mantuvo vivo en cada oración y en cada mirada dirigida a la imagen de la Virgen. El manto bordado por algunas cofrades de Fátima fue uno de los detalles más comentados y aplaudidos del acto.
La cofradía adapta el recorrido por la falta de relevo generacional, manteniendo viva la devoción
La lluvia marcó el ritmo, pero no la esencia de uno de los actos más emblemáticos de la Semana Santa burgalesa
El Arzobispo Mario Iceta impartió la bendición final, dedicando unas palabras de consuelo y esperanza dirigidas a los enfermo