Tras varios días de lluvia, Burgos celebra el domingo de resurrección
Un Parral mirando hacia el cielo
Decenas de miles de personas se han desplazado desde este mediodía hacia el recinto a pesar de las previsiones meteorológicas.
Ya desde primera hora de la mañana, y a pesar de que algunas gotas caían de un cielo que amenazaba con descargar todo el agua en su haber, las parrillas de las diferentes carpas montadas por las peñas comenzaban a echar un humo con olor a chorizo, panceta, morcilla o morro. Nunca, ni siquiera en las previsiones más pesimistas, se ha conseguido parar la fiesta del Parral, y este 2018 no iba a ser menos.
A eso de mediodía, ya era difícil transcurrir por los senderos del Parque ante una afluencia de burgaleses que no han faltado a la cita de tan tradicional festividad. Las 35 peñas que ofrecerán los pinchos de la tierra calentaban motores y no han tenido tregua ni siquiera en los peores momentos a nivel meteorológico.
Eso sí, los más previsores, que normalmente son las personas más veteranas, no han querido desprenderse del paraguas, y en la riada de personal no era extraño ver muchos a modo de bastón. Las danzas del Grupo de Mari Ángeles Sáiz ha dado paso a una disco móvil en la parte central del Parral que estará hasta el fin de la fiesta.
Las previsiones de lluvia permanecen a lo largo de la jornada y será inevitable vivir una fiesta mirando continuamente al cielo. Dicho esto, nadie podrá evitar que la la 'jarana' se alargue hasta altas horas de la tarde y, quien sabe, si de la noche.
La Cofradía decide no salir por el mal tiempo y convierte el templo de Santa Águeda en un espacio de fe y emoción compartida.
La lluvia impide la salida de la procesión, pero no apaga la fuerza simbólica del fuego y la luz como signo de esperanza en el Sábado Santo.
La cofradía adapta el recorrido por la falta de relevo generacional, manteniendo viva la devoción